Soy un trovador, escribo mis propios poemas tratando temas como el amor, la política, la religión o la historia de mi pueblo. Básicamente los recito para los cortesanos que valoran mucho mi trabajo, pero además con la ayuda de otros juglares mis poemas y canciones se irán extendiendo desde mi pueblo de Sevilla hasta los otros pueblos de la zona. Tengo que reconocer que gracias a mi oficio tengo suficiente dinero para mantener a mi mujer y a mi hija.
Un día inesperado se creó un grave conflicto entre los burgueses y los nobles, en la que yo me vi obligado a participar en favor de los nobles, que consiguieron la victoria. Desde este momento mi vida cambió radicalmente, me aumentó el sueldo y pude realizar muchas más celebraciones para los nobles y los cortesanos y mi hija, a escondidas, empezó a aprender a leer y a escribir.
Un día gris y tormentoso entraron a robar a todas las casas de Sevilla -joyas y objetos de valor- y raptaron algunos niños, niñas y mujeres para venderlos en el mercado de esclavos.
Al enterarme de lo sucedido corrí rápidamente hacia mi casa para asegurarme de que no hubieran raptado ni a mi mujer ni a mi hija, pero desgraciadamente ya habían sido secuestradas por los bandidos. En aquel instante me dirigí hacia el mercado de esclavos que hay en la plaza de Sevilla pero no estaban; en una de las paredes había un papel que decía que el mercado de esclavos se haría en Valladolid.
Me dirigí hacía un establo y robé un caballo y me fui hacía Valladolid velozmente en busca de mi mujer y mi hija. Tarde muchas horas, pero al final llegué al pueblo donde se realizaba la venda des esclavos.
Y gracias al dinero que había conseguido ahorrar en la última etapa, conseguí ayuda y me enfrenté a los ladrones de personas que gracias a mí fueron arrestados, liberando a mi esposa y a mi hija y al resto de esclavos.
Desde ese día fui el héroe de Valladolid y el trovador mejor del pueblo, solicitado para todas las celebraciones que organizaban en el pueblo.
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