Soy un caballero andante y, antes de que me juzguéis con ligereza, voy a contaros mi historia desde el principio.
A los cuatro años vi como un soldado de la corte francesa, ataviado con su peculiar vestido de plumas, mataba a toda mi familia.
Tras el dramático suceso, yo estuve vagabundeando dos días hasta que unos soldados me recogieron y me llevaron a Palacio. Me cuidaron y enseñaron todo lo que sé: la lucha, a usar la espada, arcos… Ahora tengo 24 años y me encuentro escribiendo esto en una taberna no lejos de Palacio.
Mientras escribo estoy rodeado de otros caballeros, unos están borrachos, otros moribundos y los demás hablando de la plebeya a la que violaron ayer.
Acabo de partir con otros miles de caballeros hacía la lucha final contra Francia. Pero yo he decidido que no seguiré esta guerra. Si mi intuición no falla, el soldado que mató a mi familia debe de ser un alto cargo de Francia y puede que se encuentre presenciando esta misma batalla, esperando a que su fiel mano derecha le informe y después colgarse él los meritos.
Es por eso que he decidido desviarme y me encuentro en el bosque, entre árboles.
¡Por fin! Creo que estoy cerca del final y tengo a escasos 30 metros la tienda de campaña, pero esta muy bien protegida, así que intentaré subir al árbol y lanzar desde allí una flecha.
Me encuentro en la copa. Llevo más de 20 minutos y aún no ha salido el criminal que mató a mi familia. ¡Atención! Se acerca apresuradamente un caballero hacía la tienda de campaña. El asesino acaba de salir de la tienda, es mi oportunidad...
¡Diana! He matado el asesino de mi familia.
Ahora la dificultad radica en salir sin ser visto, cosa que dudo mucho…
A los cuatro años vi como un soldado de la corte francesa, ataviado con su peculiar vestido de plumas, mataba a toda mi familia.
Tras el dramático suceso, yo estuve vagabundeando dos días hasta que unos soldados me recogieron y me llevaron a Palacio. Me cuidaron y enseñaron todo lo que sé: la lucha, a usar la espada, arcos… Ahora tengo 24 años y me encuentro escribiendo esto en una taberna no lejos de Palacio.
Mientras escribo estoy rodeado de otros caballeros, unos están borrachos, otros moribundos y los demás hablando de la plebeya a la que violaron ayer.
Acabo de partir con otros miles de caballeros hacía la lucha final contra Francia. Pero yo he decidido que no seguiré esta guerra. Si mi intuición no falla, el soldado que mató a mi familia debe de ser un alto cargo de Francia y puede que se encuentre presenciando esta misma batalla, esperando a que su fiel mano derecha le informe y después colgarse él los meritos.
Es por eso que he decidido desviarme y me encuentro en el bosque, entre árboles.
¡Por fin! Creo que estoy cerca del final y tengo a escasos 30 metros la tienda de campaña, pero esta muy bien protegida, así que intentaré subir al árbol y lanzar desde allí una flecha.
Me encuentro en la copa. Llevo más de 20 minutos y aún no ha salido el criminal que mató a mi familia. ¡Atención! Se acerca apresuradamente un caballero hacía la tienda de campaña. El asesino acaba de salir de la tienda, es mi oportunidad...
¡Diana! He matado el asesino de mi familia.
Ahora la dificultad radica en salir sin ser visto, cosa que dudo mucho…
Sergio Rodríguez
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